Anna Bosch: “Como periodista internacional interesas en ese país en la medida en que tienes influencia en su sociedad, en su electorado”

José Manuel Rodríguez Pizarro / Badajoz

Con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebró el pasado 3 de mayo, AECOS publica la entrevista que realizó a la experimentada periodista catalana Anna Bosch. Hace varias semanas que Bosch visitó Badajoz, en concreto la Facultad de Ciencias de la Documentación y la Comunicación de la Universidad de Extremadura, para impartir la conferencia “Información internacional. Crisis del periodismo y auge de la comunidad hispana en los EE.UU.”, dentro del Aula Iberoamérica.

Anna Bosch es periodista de Televisión Española (TVE) desde 1988. Especializada en información internacional, ha sido corresponsal en Moscú, Washington y Londres y enviada especial en diversos acontecimientos. Formó parte del equipo que puso en marcha la cadena de información paneuropea Euronews, con sede en Lyon (Francia). Obtuvo en 2013 el Premio de Periodismo Salvador de Madariaga.

El Aula Iberoamericana es un programa puesto en marcha por el Centro Extremeño de Estudios y Cooperación con Iberoamérica (CEXECI) para que el alumnado universitario extremeño pueda completar su formación con las aportaciones realizadas por expertos en distintos ámbitos sociales, económicos, culturales, etc. Tiene la vocación de favorecer el conocimiento y el acercamiento de la actualidad al alumnado extremeño, convirtiéndose así en un foro universitario que reúne a expertos nacionales e internacionales para debatir sobre diferentes temáticas.

Tras la conferencia y el posterior debate, AECOS profundizó con Ana Bosch en algunas de las cuestiones que se plantearon.

Público durante la conf. de Anna Bosch

Desde tu experiencia como periodista internacional que has cubierto diferentes episodios destacados de la historia reciente, ¿cómo es el tratamiento que se da a las cuestiones sociales desde una óptica internacional? El caso más emblemático y actual sería la crisis de las personas refugiadas que afecta a Europa.

De entrada, se cubre poco. Y quizá sea así porque, uno, hay falta de sensibilidad por parte de los medios de comunicación y, dos, porque no hay dinero para tener a periodistas en Lesbos, en los puertos de salida de Turquía, en la frontera con Macedonia… Creo que se pueden juntar una falta de sensibilidad con, sobre todo, una falta de presupuesto. Y aquí situamos cuestiones de las que hemos hablado durante la conferencia: cómo las dificultades económicas cercenan las coberturas internacionales. Y, a lo mejor, en algún medio de comunicación hay, además, cuestiones ideológicas.

¿Crees que el periodista tiene una responsabilidad con una transformación social, con una mejora de las condiciones de vida de la ciudadanía?

Planteado así puede sonar muy arrogante y prepotente pensar que tenemos tanta influencia. Pero hubo un tiempo –yo tengo cincuenta y dos años– en que a mucha gente le gustaba hacer Periodismo porque pensaba que podía contribuir en algo a cambiar el mundo, a hacerlo mejor. Yo creo que sí, que lo que podemos aportar es una “gotita” de agua en un océano, un “granito” de arena en una playa inmensa. Y podemos contribuir con nuestra honestidad, si hacemos un trabajo honesto, e intentando así que este mundo sea un poquito mejor (con todo lo pretencioso que suena). Pienso que a veces se ha exagerado con el poder que tenemos los medios de comunicación. Pero, dicho esto, tampoco hay que desdeñar que tenemos un papel, que tenemos que ser conscientes de esto.

Mencionabas antes el caso de los refugiados. Pienso que no puede ser una noticia más que vaya ahí, sepultada, en medio de un telediario, de un periódico, en una página par de cualquier manera. Son dramas humanos, es el mayor desplazamiento de población desde la segunda guerra mundial. Nosotros, España, somos un país donde nuestros abuelos se han visto en esas. En términos históricos eso es muy reciente. Hay muchas familias españolas que tienen a primos, a tíos segundos en Francia, en México o en Argentina porque emigraron. Nosotros hemos pasado por eso, como han pasado los irlandeses, los países del Este (que ahora son reacios a acoger refugiados)… Ellos han sido refugiados económicos y políticos. Creo que sí que tenemos un poder, con una influencia limitada; tenemos una parcelita en la que influir y tenemos el deber de hacerlo.

Siempre se ha dicho que una de las herramientas máximas del periodista es su agenda de contactos, ¿cómo se materializa esto cuando se es corresponsal o enviado especial en un país extranjero? ¿Cómo se construye esa agenda de contactos, que es tan complicada?

Cuando eres un periodista extranjero, depende de en donde estás eres o muy importante o el último mono. En Estados Unidos ocurre lo segundo. Ser un periodista español en EE.UU., y en la mayoría de los países…, es todo muy pragmático y la relación de determinadas instituciones –sobre todo políticas– es cuántos votos me puede reportar, qué influencia tiene en mis electores, en la gente a la que yo tengo que rendir cuentas… Un medio español no influye en absoluto en la sociedad americana, influirá Univision, Telemundo pero un medio español, en estos momentos, no tiene capacidad de influencia. Entonces, en la medida en que tú en esa sociedad no tienes influencia, pierdes valor para una fuente, con lo cual es muy difícil acercarte. Por ejemplo, Barack Obama –que podemos decir que es uno de los presidentes con un perfil más europeo que ha tenido EE.UU., y que tuvo una acogida apoteósica y se dio un baño de multitudes en una campaña brutal en Berlín– no dio ninguna entrevista a un medio europeo. Fue mucho después, ya como presidente, que le ofreció una a la BBC. Fueron contadísimas. Yo me acerqué personalmente, le di mi tarjeta a él en su mano y yo nunca le dije que era un medio español sino un medio en español, por esos 55 millones de hispanos que hay en EE.UU. Y él me dijo: “se lo paso a la gente que lleva mi comunicación”. Su departamento de comunicación vio en la tarjeta que no era ni Telemundo ni Univision ni ninguno de los medios en español que influyen en el electorado americano. Por lo tanto, nunca más supe de Barack Obama.

Es difícil tener una agenda de contactos. Ahora bien, hay otros países, por ejemplo en Iberoamérica, donde ser un medio español te considera, hay una relación especial porque tu medio es uno de referencia. En el caso de España, TVE y El País son dos medios que cuentan en Iberoamérica. Por lo tanto, ser un periodista de TVE o de El País en algún país de Iberoamérica es ser alguien. Ahí sí puedes hacer una agenda. Al final siempre acabamos hablando en términos de relaciones de poder. Tú interesas a determinadas instituciones o políticos en la medida en que tienes influencia en su sociedad, en su electorado y si no, hay poco que hacer. Hay países en los que es fácil hacer esa agenda –se me ocurre Iberoamérica– y otros en los que es extremadamente difícil, como EE.UU.

Un instante de la entrevista a Anna Bosch

En referencia al periodismo internacional, en un mundo tan globalizado como el actual, existe la paradoja de que conocemos mucho de unos países y sobre otros hay una ignorancia casi absoluta, como ocurre en algunos de Asia y Oceanía. ¿Por qué crees que ocurre esto? ¿Por qué, por ejemplo, el día a día de países como Vietnam o India se desconoce en España?

Lo que tengo observado es que eso obedece a razones de vínculos culturales e histórico-sociales. Por ejemplo, en el caso de los medios británicos sigue pesando mucho el imperio británico (la Commonwealth of Nations) y la población de las excolonias que residen en el Reino Unido, de modo que lo que pasa en Pakistán o la India es tratado casi como si fuera información nacional.

Desde la perspectiva española una de las grandes lagunas es Iberoamérica. Están ahí esos lazos culturales e históricos pero es que, además, con la cantidad de población de origen iberoamericano que reside en España, lo que ocurre en esos países no se puede considerar política internacional sino casi nacional, en la medida de que hay gente que vive entre nosotros que les interesa mucho todo eso. Por otro lado, para los medios de comunicación españoles hay dos grandes lagunas que son Asia y África, el África negra, porque el Magreb (Marruecos, Argelia…) sí nos interesa, de eso sí hablamos. Hay un desinterés, una desconexión mental desde España hacia dos áreas geográficas concretas: el África subsahariana y Asia en general.

¿Crees que ese interés en determinados países, por parte de ciertos medios, puede estar motivado por cuestiones ideológicas? Por ejemplo, poner el acento de lo que ocurre en Venezuela y no en Bolivia, Argentina, Perú, Nicaragua o Guatemala.

Es muy ingenuo, en una España que lleva en campaña electoral no sé cuánto tiempo, pensar que el interés que tienen determinados medios de comunicación por Venezuela no tiene nada que ver con la política española, cuando algunos políticos españoles están vinculando la política de nuestro país con Venezuela. Es ingenuo pensar también que la información de determinados medios argentinos, por cambiar de país, sobre España, con Cristina Fernández de Kirchner como presidenta, no tenía un sesgo ideológico o estaba politizada. Es muy ingenuo pensar que los intereses económicos, políticos y los prejuicios no tienen nada que ver con esas coberturas.

Conf. de Anna Bosch

En cuanto al tratamiento informativo, ¿crees que los y las periodistas deberíamos adoptar un compromiso por trabajar un enfoque de derechos humanos y de género al abordar determinadas cuestiones?

Te voy a hablar de un caso concreto que lo aúna casi todo lo que planteas: información internacional, derechos humanos y género. El uso de la violencia sexual en las sociedades en conflictos, los relatos de violaciones, de agresiones sexuales a mujeres han sido, por desgracia, una constante. Un ejemplo, en la guerra de Yugoslavia (que ocurrió hace solo veinte años). Los relatos en África, sobre cómo se usa en algunos países a la mujer como arma de guerra, son espeluznantes. Creo que también es ingenuo pensar que el hecho de que la mayoría de enviados especiales y de directivos de medios de comunicación sean hombres tiene mucho que ver con que si esas agresiones y vejaciones fueran a varones seguro que tendrían más relevancia. Si hay algo que se ha tratado poco, es esto precisamente.

El discurso del doctor Denis Mukwege, premio Sájarov 2014 por su trabajo para proteger a las mujeres y niñas víctimas de violaciones en África, en el Parlamento Europeo, cuando recogió este galardón, es a mi juicio un discurso –como el de Malala ante las Naciones Unidas– que deberíamos haber dado más difusión y tener más presente. El relato atroz que hizo este doctor de cómo le llegaban esas niñas y mujeres tras ser violadas y vejadas, y de cómo son utilizadas como armas de guerra, es tremendo. Él tenía una frase: “el cuerpo de la mujer es campo de batalla”. Es un ejemplo de tema de actualidad sobre el que no nos fijamos lo suficiente los medios.

¿Crees que el lenguaje informativo debería de someterse a una mayor inclusión, en cuanto a recoger y visibilizar a los dos sexos?

Soy crítica en cuanto a lo de la “jueza” y la “concejala”, lo soy por una cuestión lingüística. La terminación “-z” admite el femenino, no implica que sea masculino. Hay casos en los que soy muy crítica porque lingüísticamente esa palabra admite los dos géneros, lo que marca el género no es la terminación de la palabra sino el artículo que le pongas delante. ¿Por qué decimos la “concejala” y no la “corresponsala”? Soy crítica también con el “todos y todas” porque produce un efecto reiterativo, de cansancio, por una cuestión narrativa.

Eso sí, cuando escribo intento encontrar palabras neutras. Los alemanes, que tienen por regla ser una sociedad muy políticamente correcta en todo, hace ya como veinte años (ellos tienen género neutro) intentaron encontrar la fórmula de género neutro para un montón de palabras, de manera que ya no determinaras el género, si era mujer u hombre.

Personalmente, cuando hay la posibilidad de encontrar la palabra que no determine género (“alumnado”, “ciudadanía”, “quienes” en lugar de “los cuales”…), lo hago siempre. El estar constantemente diciendo masculino y femenino… resulta, narrativamente, cansino y forzado. Para un colectivo, mi opción es la palabra neutra y en términos cuya terminación no determina el género uso el artículo o el determinante, y no veo la necesidad de añadir una “a” al final.

Quería incidir en un tema que nos interesa mucho en AECOS, que es el de la prensa alternativa. Al calor de internet y las redes sociales están surgiendo medios que se están especializando en comunicación social, en defensa de los derechos humanos, del feminismo, del medio ambiente, de la realidad LGBT…, en definitiva en diferentes movimientos sociales, que están haciendo un periodismo desde abajo, impulsado en muchos casos desde el voluntarismo. ¿Qué futuro crees que se vislumbra a este periodismo, a estos profesionales que intentan así abrirse camino?

Estamos en un momento de transición, de experimentación y nadie sabe cómo será el futuro de los medios. El periodismo no va a morir pero si no tiene cómo financiarse tiene muy difícil su supervivencia, por lo cual estamos ahora mismo dando bandazos.

Por las tecnologías y por las nuevas relaciones vinculadas con internet, probablemente lo que tenga menos futuro sean los medios generalistas y tendrán más futuro los medios especializados y el periodismo local. The Wall Street Journal y Financial Times van a sobrevivir porque tienen un área muy concreta y van dirigidos a un público con un poder adquisitivo, y no tienen problema en abonarse a sus webs. Quizá los que estemos más perdidos y peor lo tenemos somos los medios generalistas, los que queremos contar un poco de todo. Y los que más fácil lo tienen, pienso, son los que buscan un nicho de mercado, una especialidad.

Ha habido casos de países en los que alguien empieza un blog por hobby pero como lo hace muy especializado, muy concreto, hay gente que le interesa eso, surgen anunciantes que quieren comprar espacios, se abre una suscripción… Y, al final, esa persona, que lo tenía como afición, acaba dedicándose en exclusiva a eso y le saca un rendimiento económico. Esto, hasta la fecha, es la excepción, no la regla.

¿Qué futuro tiene todo esto? No lo sé pero no va a ser como el presente. Estamos en un momento de transición, en el que probablemente la solución esté más de abajo a arriba y en especializarse en algo. El clic de internet nos facilita acceder más y cada vez hablamos más idiomas por lo que necesitamos menos de ese medio generalista que nos lo da triturado, en papilla, de modo que “no me lo tritures que ya me busco yo los alimentos”. El quid está en saber cuál es esa especialidad en que vas a tener un público que quiera eso y en cómo financiarlo. Nos hemos mal acostumbrado a que en internet todo sea gratis pero producirlo no lo es.

Quizá en eso también tengamos un poco de culpa el sector profesional periodístico, que no hemos sabido defender nuestros derechos, no tenemos una colegiación, no hay una unión fuerte como sí existe en otras profesiones.

Hay quien dice que el origen está en el comienzo de internet cuando los medios pusieron sus webs gratuitas a disposición de los usuarios, que ése fue el pecado original. No lo sé.

Anna Bosch y un miembro de AECOS

¿Qué mensaje le trasladarías al alumnado de Periodismo y de Comunicación Audiovisual que se quiere dedicar a esta profesión, “el oficio más hermoso del mundo”, según titula en su libro un veterano como José Martí Gómez?

Que lo tiene difícil, lo tenemos difícil todos –también quienes tenemos más de cincuenta como es mi caso–, para jubilarnos en esto. Sinceramente más allá del tesón y la creatividad, para encontrar un hueco no me veo capacitada para dar consejos más allá de que va a sobrevivir aquél que ofrezca algo que no ofrecen los demás. A título personal, la clave está en la formación e intentar aportar algo que no tengan otros, buscar algo que te diferencia del resto, tener un valor añadido. Si hablas árabe, todavía hay muy pocos periodistas que hablen esta lengua en España, igual ocurre con el chino. Ahí hay un plus.

Y como colectivo, encontrar ese algo que tenga ese medio porque, si todos competimos haciendo lo mismo, no tenemos futuro. En suma, como medio de comunicación, buscar una especialidad, un sector, un algo que interese a un número suficiente de gente como para que financie y, así, poder sobrevivir. La comunicación es un sector en crisis en todo el mundo, no sólo en España, tanto financiera como de identidad.

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