Cuando el diputado de IU en la Asamblea de Extremadura Víctor Casco se subió a la tribuna del hemiciclo para defender una propuesta en defensa del mundo LGTB sabía que su intervención no iba a pasar desapercibida.
Tras una larga reflexión, decidió que era el momento de salir del armario –hasta entonces no lo había hecho– con el objetivo de normalizar al colectivo gay y visibilizar la diversidad sexual con absoluta normalidad.
Víctor Casco (enero del 76, Cáceres) ha sido el primer diputado en hacer una confesión de esta naturaleza en un parlamento. Lo hizo en directo mientras se celebraba un pleno en el que el silencio se adueñó de la Cámara. Un silencio que más tarde se tornó en un aplauso unánime.
Se siente satisfecho, su gesto de valentía ha sido arropado dentro y fuera de la Asamblea de Extremadura. Un gesto que Víctor no dudaría en repetir. En las redes sociales se autodefine como “blasfemo, republicano, ateo y rojo”. Desde que salió del armario ha añadido el adjetivo de “LGTB” a la lista.
Amante de la buena conversación, vislumbra el Día del Orgullo como una fiesta y un encuentro entre amigos. Pero en su horizonte no olvida aquél junio de 1969 en Nueva York, cuando se produjo la primera manifestación espontánea contra la persecución a las personas homosexuales, una fecha que desde entonces marcará el Gay Pride (el Día del Orgullo Gay).
Jesús Conde Duque/AECOS

- ¿Cómo vives el Día del Orgullo?
Para las personas gays, lesbianas, bisexuales, transexuales el día del Orgullo LGTB es muy importante. Primero porque es una fecha histórica, que conmemora el día en que los gays de Nueva York decidieron salir a la calle para protestar tras una de las redadas que habían sufrido en los bares de ambiente de la época para reclamar sus derechos libremente, sin tener que esconderse o ser perseguidos por la policía.
Aquella manifestación comenzó a extenderse por otras ciudades europeas, por otros rincones del mundo, y hubo una ola imparable. Comenzamos a reivindicar nuestros derechos, con el objetivo de que pudiéramos ser tratados exactamente igual que una persona hetero, que no haya ningún amor que tenga que estar prohibido.
En mi opinión, junto con el precedente de las movilizaciones feministas, las movilizaciones LGTB fueron ese precedente de movilizaciones mundiales que desde entonces inundan cada rincón. La gente sale a defender sus derechos básicos: por el derecho al pan, por trabajo, por la reivindicación de otro mundo más justo…pero fue en esa época, entre los 60 y 70, cuando se crea una internacional de la solidaridad en defensa de los derechos humanos, que a mi me parece importante.
La pregunta que siempre te hacen: ¿no hay un día del orgullo hetero? Pues es que no hay ninguna sociedad que haya perseguido a los heteros, ninguna, a lo largo de la historia. Sin embargo, por ser gay, lesbiana, bisexual, sí.
- ¿Cómo valoras el nivel de tolerancia hacia la homosexualidad en España?
Desde luego ha habido un vuelco social en España en los últimos 40 años muy importante. Para una persona gay que fuera mayor de edad en 1978, y esté rozando los 65 años, el vuelco ha sido extraordinario. Me he reunido en Madrid con nuestros mayores, que tienen 65 años, y que tenían que esconderse. Sufrieron la Ley de Vagos y Maleantes en la época de la dictadura Franquista y hoy se organizan para estar todos juntos en una residencia LGTB, y para crear estructuras de encuentro para mayores.
Ellos hablan de un cambio sustancial, que ha sido posible gracias a las movilizaciones, gracias a las fundaciones y colectivos LGTB. Por supuesto también gracias a la política, que en este caso se ha puesto al lado de la sociedad. Las leyes siempre reflejan a una sociedad. Si una sociedad está reprimida sus leyes son represoras, si una sociedad es conservadora sus leyes son conservadoras.
En este caso ha sido la sociedad la que siempre ha ido un paso adelante. La normalidad, el respeto LGTB se ha ido imponiendo. Ha costado, poco a poco, y las leyes al final tuvieron que reconocer un matrimonio igualitario, no porque Zapatero fuera un hombre muy generoso, sino porque la sociedad española llegó a la conclusión de que el matrimonio tiene que ser igual para todo el mundo y no tiene que haber restricciones.
Sigue habiendo problemas, obviamente, y en estos días hemos visto, por ejemplo, un caso de homofobia en una playa de Almería, donde se ha agredido a dos personas en una playa nudista.
En el caso de Extremadura hemos conocido dos hechos, el primero de ellos en la Universidad de Extremadura, con una profesora con unos contenidos claramente homófobos en su clase. Ha habido una intervención de la Universidad de Extremadura y de la Secretaría para la Igualdad y los contenidos homófobos se han retirado inmediatamente. Esa profesora no volverá a dar esa asignatura.
En el caso del Servicio de Empleo Público Estatal (SEPE) en Cáceres, nos encontramos con una persona gay a quien el funcionario de turno decidió ponerle en su documentación que vivía en la calle ´marica´.
Es decir, sigue habiendo rincones de homofobia y por lo tanto sigue siendo necesario, en primer lugar salir a la calle, y en segundo lugar obligar a las instituciones a que actúen para eliminar esos reductos, para que las personas homófobas no estén amparadas, ni por el estado ni por las leyes.
- ¿Piensas que la iglesia católica y el Franquismo han hecho daño en la normalización de la diversidad sexual?
Probablemente alguien me diría que no tengo los estudios científicos pertinentes para aseverar lo que voy a decir. Pero veo una relación con el hecho de que, por ejemplo, en Extremadura, este año haya habido más matrimonios civiles que religiosos; mientras que está ‘increciendo’ el número de familias que bautizan a sus hijos y la enseñanza de religión está disminuyendo.
Una sociedad cada vez más laica, más aconfesional, que no va a misa y que no comulga con estos principios, ha permitido avances como este, o en el feminismo. Para mí existe una relación entre una sociedad más laica y el respeto a las personas LGTB.
- A pesar de todo, podemos poner encima de la mesa los datos de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, que dice que siete de cada diez escolares sigue ocultando su homosexualidad en las aulas.
Ese es uno de los trabajos que tenemos pendiente y aquí en Extremadura, con Fundación Triángulo, analizamos las medidas que se podrían poner en marcha en la escuela pública extremeña para combatir esa realidad. La escuela siempre ha sido un ámbito en el que las personas que no tienen el comportamiento que se entiende de la mayoría lo va a pasar mal, ya sea una persona gay, lesbiana o gitana. Es decir, todo lo que se salga de lo que, teóricamente, es lo normal.
En la escuela los jóvenes pueden ser muy crueles y hay un problema. No obstante hay una diferencia entre etapas educativas. La homofobia es difícil que te la encuentres en el bachillerato y es casi imposible en la universidad.
Pero, sin embargo, en las etapas de Primeria y Secundaria, en la adolescencia, la etapa más difícil de cualquier joven sí hay una homofobia. También algunos profesores hablan, no solo de la homofobia presente, sino de machismo. Las mujeres aceptan ese machismo. Ahí hay que trabajar, desde luego.
El ‘bullying’ escolar, la verdadera tortura a la que se somete a algunas personas gays y lesbianas en la escuela, contra eso hay que actuar en las etapas educativas, primero con contenidos curriculares LGTB. Ahí era fundamental Educación para la Ciudadanía, que desgraciadamente este gobierno ha quitado de en medio.
- ¿Sufriste acoso escolar (bullying)?
Sí. Sufrí el típico comentario de ser llamado ‘marica’ por el típico ‘macho alfa’ de la clase. No lo viví como un trauma insuperable, afortunadamente. Yo viví esa etapa y sé lo que puede sufrir una persona gay en la escuela. Lo puedes pasar mal. En mi caso no fue traumático, aunque sí hubo un momento difícil que pude superar, afortunadamente.
- ¿En algún momento de tu vida has fingido ser heterosexual?
En mi vida privada nunca he necesitado inventarme otra personalidad. No he tenido novia nunca. Hay otras personas gays que sí, que han tenido novia porque estaban muy reprimidos, porque la sociedad les condicionaba y porque asumían el discurso del miedo, y de que lo suyo no era normal, era pecado.
Afortunadamente, yo nunca he necesitado hacerlo. Otra cosa es que efectivamente, consideraba que mi vida sexual era un ámbito muy privado, y por lo tanto nunca lo manifestaba. Yo nunca decía que era gay, ni hacía manifestaciones para expresar la vida hetera que no tenía.
Hace un año, y después de un periodo de maduración, decidí romperlo, a pesar de que considero que la vida privada es importante –yo soy una persona tímida, las personas tímidas tenemos aún más dificultades para explicitar determinados sentimientos–.
Pero llegué a la conclusión de que, debido a mi posición como diputado y persona pública, y del trabajo que estaba realizando con los colectivos LGTB, era importante esa visibilización.
Pensé que no era lo mismo esa persona que sale del armario en su entorno, y lo manifiesta en su entorno sin mayor problema, a que sea un diputado en la Asamblea de Extremadura, que le da un carácter de reivindicación importante y puede ayudar a otras personas a salir del armario. Si ellos ven que hay diputados gays, médicos gays, profesores gays… pues pueden salir del armario y vivir con total normalidad su sexualidad, es a lo que aspiramos.
- Han pasado unos meses desde aquella salida del armario de manera pública. ¿Cómo lo viviste?
Lo estuve madurando mucho tiempo, llevaba varios meses valorando cómo hacerlo, en qué momento, porque tampoco quería que se convirtiera en algo folclórico. Cuando decidimos impulsar, junto con Fundación Triángulo, ALEAS-IU y Extremadura Entiende una iniciativa en la Asamblea de Extremadura para que se celebrase el Día Internacional contra la Homofobia—que se aprobó por unanimidad–, vi que esa era la oportunidad para comentar una de las declaraciones de los homófobos de turno, en concreto el caso de un diputado en África que decía que se debían prohibir las manifestaciones gays en su país porque la homosexualidad se contagia.
Yo vi la oportunidad, y así lo hice en la asamblea, aprovechando mi intervención. Aproveché para decir que soy gay, y que se puede comprobar que no contagio a nadie. Tu forma de sexualidad no se contagia, la tienes y punto. Una persona hetero no contagia a los demás para que seamos heteros. No es una enfermedad y por lo tanto somos lo que somos.
Vi esa oportunidad, y decidí hacerlo. Tenía mis dudas, porque una persona pública se expone mucho, y temía a que alguien que me encontrara por la calle se me acercara y me llamara ‘maricón’. Afortunadamente no me ha pasado eso.
Transcurridos unos meses, hoy no solo estoy convencido de que lo volvería a hacer, sino lo que habría hecho antes, mucho antes, casi al entrar en la Asamblea de Extremadura.
El día de la salida del armario todos los diputados—incluidos los del PP—me correspondieron, me arroparon. Lo consideraron importante. Hubo un silencio absoluto escuchando mis palabras y vi en ellos una aceptación de un hecho que para mí es normal, no supone ningún trauma. Me sentí a gusto en el sentido de lo que se generó en la Asamblea de Extremadura, también con el compromiso que está teniendo la Asamblea de Extremadura con el movimiento LGTB. Lo tenía el anterior gobierno, tanto de la cámara como de la Junta de Extremadura (del PSOE), y lo sigue teniendo ahora el PP.
A pesar de que el PP a nivel nacional sigue siendo un reducto de homófobos, puedo agradecer que por lo menos en Extremadura esté dando unos pasos importantes, y sin duda también fruto del trabajo y de la presión de Izquierda Unida, junto con el trabajo que los movimientos LGTB.
En segundo lugar, entre los colectivos de Extremadura también fui muy arropado, porque consideraban que era un paso esencial, que les ayudaba mucho en su trabajo. Para mí era muy importante que mi gesto, que mi actuación en la Asamblea de Extremadura, ayude en la lucha diario que el movimiento LGTB lleva a diario.
Me sorprendió que, por ejemplo, en Cáceres, cuando iba en el autobús urbano, al día siguiente, se levantara y se me acercara una señora mayor que me dio la mano y me agradeciera el gesto, porque decía que le había emocionado. Tenía unos 70 años, y me sorprendió. Ese mismo gesto lo he visto en más personas, que te sorprende por la edad, otras que son conservadoras…
- Para ti ha sido una liberación, sin lugar a dudas.
Efectivamente, primero por poder manifestarte sin ningún problema. Salir del armario es una liberación para cualquiera, yo lo recomiendo.
- ¿Hacia dónde tiene que ir todo esto? Parece que aún quedan muchas asignaturas pendientes.
Tenemos asignaturas en el plano de la educación, en el plano de la lucha contra algunas normas y leyes que se impulsan en España. Por ejemplo, para los transexuales la eliminación de la cobertura; o en el caso de las lesbianas la imposibilidad de poder gestar, de poder tener un niño a través de la inseminación artificial en la sanidad pública.
En Extremadura hemos aprobado por unanimidad que aquí se va a seguir reconociendo, y por lo tanto las lesbianas van a poder acceder a la reproducción artificial sin ningún problema, aunque en otras muchas comunidades, por impulso de la ministra del ramo eso se está parando.
Contra aquellos retrocesos que se empiezan a producir por obra y gracia el gobierno del PP, ahí tenemos un campo de lucha. En el aspecto educativo, desde luego, con la LOMCE.
Contra la homofobia que sigue presente en algunos rincones también. Y luego es necesario lograr que los derechos LGTB no solo sean una realidad en los países occidentales, o en importantes países de América Latina, como Cuba o Argentina, sino que esos derechos se den en el conjunto del globo.
Es decir, que en Rusia no se persiga a los gays, que en África no se mate a los gays, que Arabia Saudí no se mate a los gays. Eso es esencial y hay que seguir trabajando para que la internacionalización de los derechos humanos llegue a cada rincón, y no nos conformemos solo nosotros, la minoría ilustrada que vive en el norte y que puede vivir bien; mientras que el resto que se fastidie, y espere a una revolución dentro de dos siglos.